La celebración del Carnaval tiene su origen probable en fiestas paganas, como las que se realizaban en honor a Baco, el Dios del vino, las saturnales y las lupercales romanas, o las que se realizaban en honor del buey Apis en Egipto.

Según algunos historiadores, los orígenes de las fiestas de Carnaval se remontan a las antiguas Sumeria y Egipto, hace más de 5,000 años, con celebraciones similares en la época del Imperio Romano, desde donde se difundió la costumbre por Europa, siendo traído a América por los navegantes españoles y portugueses que nos colonizaron a partir del siglo XV.

El Carnaval en República Dominicana es una celebración popular que se celebra desde la conquista española. Febrero es el mes del Carnaval y cada región tiene su propio carnaval. Los mejores del país se celebran en la región del Cibao en Santiago y La Vega aunque los de Santo Domingo capital y Monte Cristi gozan también de gran popularidad.

En la celebración del Carnaval Dominicano se aprecia, en particular en los atuendos y disfraces, una mezcla muy variada por regiones de elementos y tradiciones africanas traídas por los esclavos transportados al Nuevo Mundo y las costumbres y ropajes europeos de sus amos y colonizadores.

Se confunden en las festividades los diablos cojuelos, con sus trajes de capa cubiertos de espejos, cascabeles y cencerros, que ridiculizan a los señores medievales, con los platanuses y otros disfraces netamente africanos, así como un sinnúmero de manifestaciones de la creatividad popular. El Carnaval es la fiesta popular de mayor tradición de República Dominicana. Se produce desde la colonia, en víspera de la cuaresma cristiana, cuando los habitantes de Santo Domingo se disfrazaban como un remedo de las carnestolendas europeas.

Si desde el siglo XVI «hubo máscaras en la ciudad de Santo Domingo», lo cierto es que la tradición colonial creció con las gestas republicanas del 27 febrero de 1844 y del 16 agosto de 1865, al punto de que casi desde entonces nuestros carnavales se celebran en estas fechas, no importa si se encuentran fuera de las carnestolendas y por lo común ya dentro de la propia cuaresma, por lo menos la primera.

Como se sabe, el carnaval ocurre antes de la cuaresma, que es tiempo de penitencia y de preparación para la pasión de Cristo.

Entre nosotros, por ejemplo, los lechones de Santiago aparecieron después de la Restauración, al amparo de los bailes de máscaras celebrados en la casona de Madame García.

Carnaval de Santo Domingo:

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De acuerdo con la documentación existente, antes de 1520 ya había carnaval en la ciudad de Santo Domingo, Primada de América, declarada por la UNESCO, como Patrimonio Cultural de la Humanidad.

Si bien los carnavales de Santiago y La Vega son los más importantes en cuanto a tradición y popularidad, el carnaval de Santo Domingo es el centro de las actividades oficiales, iniciándose con el acto aislado (unos días antes del verdadero inicio del carnaval) de la coronación del Rey Califé. En pleno apogeo colonial se celebraban los carnavales de carnestolenda, pero también como culminación de grandes acontecimientos y festividades religiosas, en honor a San Juan Bautista, Las Mercedes, San Miguel, San Carlos, Corpus Christi, entre otros.

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El carnaval se transforma a partir del presente siglo, sobre todo a mediados, con los cambios socio-económicos-políticos-urbanos de la ciudad, donde el pueblo surgirá como un protagonista fundamental.

Mientras en la calle el Conde y los clubes privados se va a expresar el carnaval de las élites europeizadas, el Parque Enriquillo va a convertirse en el centro del carnaval popular, de donde van a surgir una rica cantidad de personajes, como:

  • Se me muere Rebeca
  • Califé
  • Los Indios
  • Los Africanos
  • Los Ali-Baba

El área principal de celebración es la amplia avenida George Washington, a orillas del Mar Caribe, en el denominado malecón.

Allí se acondicionan plazas para numerosos eventos y la zona se convierte en una enorme fiesta que se prolonga por varios días (típicamente el fin de semana más cercano al 27 de febrero).

Concluye con un gran desfile por el malecón de carrozas y comparsas de colores llamativos al ritmo de merengue, deslumbrando a los espectadores y contagiándolos con su baile.

Hoy en día, hay carnavales para Febrero y para Agosto, manteniendo así una tradición cultural-artística-social             

Carnaval de Santiago:

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En 1795 ya había carnavales para las fiestas patronales, en honor a San Santiago, para Corpus Christi y para la carnestolenda (tres días antes del miércoles de ceniza), en la ciudad de Santiago de los Caballeros, cuyas manifestaciones provenían desde los días de la colonia española.

Al igual que en la ciudad de Santo Domingo, inicialmente el carnaval se dividía en función de la estratificación social de las clases sociales existentes en Santiago, con manifestaciones en clubes privados por parte de los sectores pudientes y en las calles de los barrios populares, particularmente en La Joya y los Pepines, de donde surgirán los Lechones y Los Pepines de la ciudad disfrazados con coloridos trajes atacándose mutuamente, siguiendo una larga tradición de vieja rivalidad entre ellos.

Los Lechones usan máscaras que se asemejan cerdos, mientras que los Pepines usan máscaras con cuernos puntiagudos.

Para algunos investigadores, las primeras manifestaciones de carnaval de la isla que hoy compartimos con Haití, y de América, se realizaron en lo que es hoy las Ruinas de la Vega Vieja, en Febrero de 1520, en ocasión de una visita de Bartolomé de las Casas. Se tenía noticia que los habitantes de la Vega Vieja se disfrazaban de moros y cristianos y realizaban festejos que evolucionaron en las celebraciones actuales.

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Durante años el carnaval vegano mantuvo una expresión predominantemente españolizada, simbolizada en una expresiva teatralización, el baile de las cintas y sus Diablos Cojuelos, con trajes simples de color rojo, amarillo, verde y con sus máscaras representativas del diablo medieval, andromorfo, mefistofélico, con sus dos cachitos frontales clásicos, orejas grandes, boca abierta y dientes al aire, la cual fue posteriormente criollizada con barbas de cuero de chivo.

Cada domingo del mes de febrero en horas de la tarde, los Diablos Cojuelos salen a la calle armados de sus vejigas de toro, golpeando a todo el que ose bajar a la calle, pero respetando a los que se mantienen en la acera o calzada. El centro de la actividad es la calle Padre Adolfo, pasando por el Parque de las Flores, donde los diablos azotan a los transeúntes que los provocan o abandonan la calzada y donde se culmina con un desfile de más de 80 grupos de comparsas.

Esta dimensión pintoresca, herencia colonial, se transformará con la presencia afro, donde jugaron importante papel migraciones cubanas y los pobladores de los barrios populares de La Vega. Actualmente el carnaval vegano es el evento cultural más importante de esta ciudad que lleva el nombre del fértil valle que la sustenta y ha sido declarado Patrimonio Folklórico Nacional por la Cámara de Diputados.

Carnaval de La Vega:

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Para algunos investigadores, las primeras manifestaciones de carnaval de la isla que hoy compatimos con Haití, y de América, se realizaron en lo que es hoy las Ruinas de la Vega Vieja, en Febrero de 1520, en ocasión de una visita de Don Fray Bartolomé de las Casas. Se tenia noticia que los habitantes de la Vega Vieja se disfrazaban de moros y cristianos y realizaban festejos que evolucionaron en las celebraciones actuales.

Durante años el carnaval vegano mantuvo una expresión predominantemente españolizada, simbolizada en una expresiva teatralización, el baile de las cintas y sus Diablos Cojuelos, con trajes simples de color rojo, amarillo, verde y con sus máscaras representativas del diablo medieval, andromorfo, mefistofélico, con sus dos cachitos frontales clásicos, orejas grandes, boca abierta y dientes al aire, la cual fue posteriormente criollizada con barbas de cuero de chivo. Cada domingo del mes de febrero en horas de la tarde, los Diablos Cojuelos salen a la calle armados de sus vejigas de toro, golpeando a todo el que ose bajar a la calle, pero respetando a los que se mantienen en la acera o calzada.

El centro de la actividad es la calle Padre Adolfo, pasando por el Parque de las Flores, donde los diablos azotan a los transeúntes que los provocan o abandonan la calzada y donde se culmina con un desfile de más de 80 grupos de comparsas. Esta dimensión pintoresca, herencia colonial, se transformará con la presencia afro, donde jugaron importante papel migraciones cubanas y los pobladores de los barrios populares de la Vega.

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Actualmente el carnaval vegano es el evento cultural más importante de esta ciudad que lleva el nombre del fértil valle que la sustenta y ha sido declarado Patrimonio Folklórico Nacional por la Cámara de Diputados.

Carnaval de Bonao:

Bonao, es una de las poblaciones más antiguas de la isla que hoy compartimos con Haití, cuyo nombre honra a un cacique indígena de la región. A pesar de sus ricas minas, durante años estuvo bajo la jerarquía socio-económica-jurídica-política de la ciudad de la Vega. Lo mismo ocurrió, a pesar de sus individualidades, con el carnaval, aunque la presencia de Petán, hermano del dictador Trujillo, promovió el carnaval de la élite con desfiles y bailes privados, al mismo tiempo que llevaban comparsas populares del carnaval de Santo Domingo.

A partir del 1990 se inicia un proceso de cuestionamiento y transformación del carnaval de Bonao en la búsqueda de su propia identidad, con la aparición de grupos carnavaleros, como los Charamicos, Los Truenos, Los Caraduras, Los Seis, de cuyos esfuerzos surgió el Comité Organizador del Carnaval de Bonao, (COCABO).

El carnaval de Bonao es la fiesta más importante de este pueblo, constituyendo uno de los más fascinantes, creativos, organizados y rico de todo el país, definido ya con su propia individualidad e identidad.

Carnaval de Montecristi:

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Montecristi tiene una hermosa tradición de carnaval popular, muy singular y extraordinariamente simbólico, expresado privilegiadamente en Los Toros como personaje central, que se dramatiza con sus enfrentamientos con Los Civiles. Estos consisten en un verdadero duelo con fuetes (látigos), con los que se procura derribar al oponente o atemorizarlo. Los Toros tienen el rostro cubierto con una máscara de lechón (cerdo) y usan vistosos trajes de colores, revestidos en su interior con material para protegerlos de los azotes de sus contrarios.

Los Civiles en cambio, deben usar pantalones cortos y ropa normal. El ganador del encuentro es quien soporta con mayor éxito los embates del contrario o quien consigue derribar a su oponente. Muchas otras tradiciones pintorescas pueden observarse en la celebración del carnaval en Montecristi, como la divertida Roba la Gallina, popular entre grandes y chicos.

Símbolos mágicos-religiosos de purificaciones, de valor, de machismo, de relaciones, le dan identidad al carnaval de Montecristi.

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